domingo, 28 de octubre de 2012

ROMANCERO

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Se le llama Romancero al conjunto de romances que surgen al final de la Edad Media, entre los siglos XIV y XV. La publicación de los romances fue posterior a su popularidad. Se publicaron por primera vez en los Cancioneros del siglo XVI, pero la gran compilación de romances se hizo en el siglo XVII con el Romancero General.
ROMANCE:
El juglar del siglo XIV llama al viejo Cantar del Cid con el neologismo "romanz". En el manuscrito del poema aparecen unas palabras destinadas a que el juglar acabase con ellas la recitación del viejo texto:

"El romanz es leido. Datnos el vino".

Llamamos romance a la composición métrica de versos octosílabos, con rima asonante en los versos pares, desarrollados en una única estrofa o tirada.
Originalmente el romance viejo era de 16 sílabas partido en dos hemistiquios con asonancia monorrima, pero posteriormente se prefirió el verso de 8 sílabas. De esta manera, cambió la rima pasando a ser monorrima solo en los versos pares.
Según Menéndez Pidal, el romance es un breve poema de caracter épico-lírico, destinado al canto. El elemento narrativo deriva del caracter épico. Lo lírico, son los sentimientos del autor sobre lo narrado. Hay romances netamente narrativos, como el caso de los heroico-caballerescos. Pero también aparecen romances donde el hecho es una simple base para la expresión de los sentimientos, como es el caso de los romances líricos, en los mismos no hay casí base narrativa. Tal es el caso del romance de "El prisionero".


CLASIFICACIÓN DE LOS ROMANCES
Romances heroico-caballerescos: son los derivados de los cantares de gesta y las leyendas caballerescas,  sean españolas o del ciclo carolingio y bretón. Algunos de ellos son:
a)  El Rey Rodrigo y la pérdida de España.
b) Los Infantes de Lara.
c)  El Cid.

Romances históricos contemporáneos: nacen del intento de informar sobre los hechos de la época. Podemos dividirlos en dos tipos.
Romances fronterizos: tratan de la luchas entre moros y cristianos.
Romances históricos: muestran los mismos episodios bélicos pero desde el punto de vista moro.

Romances novelescos: tratan de diversos temas, muchos tomados de novelas o cuentos.

Romances líricos: predomina en los mismos la expresión de los sentimientos.




PROCEDIMIENTOS ESTILÍSTICOS EN EL ROMANCERO

Fragmentarismo:
Se elimina todo aquello que se cree superfluo, con la finalidad de destacar  una situación clave.
Dos aspectos de este fragmentarismo son el comienzo abrupto y el final trunco.
a) comienzo abrupto:  desconocen los antecedentes de los personajes y en ocasiones hasta se prescinde de un nombre.
b) final trunco: los romances plantean determinadas situaciones que cuando llegan a su punto máximo, son cortadas

Reiteraciones:
En muchos casos las reiteraciones marcan el inicio del romance, o le da un tono imperativo, usándose para enfatizar un sentimiento o idea.
Las repeticiones pueden darse en la reiteración de una palabra pero también puede darse las variantes de esa palabra. Es este el caso de El enamorado y la muerte:

“Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía.”

La descripción:
La escena o situación no se narra discursivamente y objetivamente, sino que se actualiza. El juglar usa procedimientos de los cantares de gesta, pero intensificándolos. Es el caso de la descripción enumerativa, en la que se van sumando elementos:

“la velas trae de sedas,
la ejarcia de oro torzal,
áncoras tiene de plata,
tablas de fino coral”.

Actualización de sucesos:
La escena nunca se cuenta, sino que se actualiza. Los procedimientos son varios; algunos de ellos son:
a) La utilización de verbos en presente histórico, cuando la acción ya es pasada.
b) El uso del “ya” como elemento que da fuerza de presente a la acción.

Diálogo:
Son muy raros los romances que se limitan a la simple narración. El autor prefiere incluir a menudo diálogos, incluso algunos romances pueden verse como verdaderos diálogos.

Gusto por lo suntuario:
En los romances se hace mención a elementos finos y lujosos. Si partimos de la base que el Romancero es en gran parte producto del “pueblo”, allí se ven esas preferencias por todo lo que no se posee pero se admira y desea. En el romance de El infante Arnaldos, este gusto por lo suntuario es claro: la seda, el oro, la plata, el coral, están allí como parte de la descripción de la galera maravillosa.

Uso de los diminutivos:
Otro procedimiento común es el uso de los diminutivos, pero no tienen la función general de empequeñecer los objetos, sino asignarle un matiz nuevo: el afectivo.

“Un sueño, soñaba anoche
soñito del alma mía”.
Aquí el término “soñito” no alude a la corta duración del sueño, sino a lo dulce del mismo, por la presencia en él de la mujer amada.

Tiempo y verbo en los romances:
Los tiempos verbales tienen un uso particular en estos textos. Muchas veces, en dos versos seguidos y para referir a la misma acción, se emplea verbos diferentes en dos tiempos distintos:

“El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día
y el día que no los labra
otras tantas se perdía”.

Esto obedece a variadas razones. En el caso concreto, actualizar el momento y llamar la atención sobre una acción o personaje.


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